La importancia de la comunicación
Todas estas características están atravesadas por una habilidad sin la cual cualquiera de las anteriores puede diluirse: la comunicación. Para Noemí Boza, autora de Por qué lo llaman liderazgo cuando quieren decir comunicación, es una “herramienta estratégica y clave para liderar”, que va más allá de únicamente la oratoria. “Me gusta vincularla a la conexión”, explica; “en un mundo tan tecnológico, lo que necesitamos es generar conexión”. En el contexto actual de transformación digital, es una habilidad si cabe más necesaria, porque “los procesos no suelen enamorarnos”, desarrolla. “Son tareas que debemos desarrollar para mejorar y optimizar las compañías, pero cuesta mucho emocionar o conectar desde el proceso”. De ahí la necesidad de trabajar la comunicación, a través de la que se va a conseguir que el proceso sea “atractivo y estimulante”. “El reto es que, históricamente, en lo académico la comunicación ha estado siempre muy vinculada con las ciencias sociales”, apunta. “Esa tradicional separación entre las letras y las ciencias no nos favorece”.
Boza habla del concepto de “liderazgo bombón”, en el que son clave la comunicación y la capacidad de persuadir, y que define a través de cinco actitudes: la curiosidad -de la que hablaba Sánchez de la Fuente-, la valentía, la flexibilidad, la humildad y la generosidad. “Estos valores, aplicados al liderazgo, son potenciadores del aprendizaje”, explica, tanto en TI como en otros campos.
Crisis vs día a día
Un buen liderazgo se caracteriza por saber guiar tanto en tiempos de paz como cuando llegan situaciones imprevistas. ¿Cambian ahí los requisitos para el éxito? Para Ferrer hay matices. “Cuando tienes una crisis, a lo mejor tienes que ser coercitivo, que cambiar de estilo, por la empresa”, señala. “Ahora, si tú has preparado antes al equipo de la forma adecuada, cuando llega la emergencia la respuesta es mucho más rápida. Nadie se rompe, nadie se baja”. Aguilar profundiza en la gestión en momentos críticos, cuando además de mejorar la capacidad de anticipación, “pueden resultar útiles algunas metodologías muy probadas, como el business continuity management”. En el día a día, aconseja delegar gran parte del mantenimiento y la operativa para centrarse en las oportunidades de las tecnologías en desarrollo.